Sr. alcalde de Madrid:
Soy ciudadano madrileño, nacido en esta hermosa ciudad. Trabajo (por suerte), tengo mujer y una hija, y pago mis impuestos. Acabo de cumplir 38 años y no tengo carnet de conducir ni coche.
Cada día, como desde hace más de 13 años, llego a mi puesto de trabajo utilizando el transporte público o bien andando (cada vez más), y me considero afortunado de poder hacerlo así, pues me mantengo en forma, no contamino, y apenas gasto dinero en mis desplazamientos diarios.
PERO últimamente estoy muy preocupado: temo morir atropellado, dejar a mi hija sin un padre que le cuide, quedar parapléjico encima de un paso de cebra, sucumbir a una enfermedad respiratoria provocada por la contaminación que nos ahoga a diario en las calles de Madrid.
Y es que esta ciudad que tanto quiero, en la que nací y que siempre me ha cuidado, se ha convertido en una simple autopista o carretera, donde los vehículos campan a sus anchas, donde el peatón es el último mono y solamente tiene derecho a morir.
Cada día, en mi camino al trabajo, paso por decenas de pasos de peatones, pasos regulados por semáforo y salidas de garajes. Y casi cada día, y no exagero nada, hay algún momento en el que tengo que ceder mi derecho de paso a un vehículo o frenar en seco cuando tengo el semáforo en verde para mi, porque si no me llevan por delante. Aparte de que muchos (tal vez más de la mitad) de los vehículos circulan por encima de los límites de velocidad, con el consecuente peligro que para todos conlleva.
Usted, Sr. alcalde, parece haber olvidado para quién gobierna, qué es una ciudad, y quién le eligió: no fueron los coches ni las motos ni los camiones. Los que le votaron fueron los ciudadanos, esos que pierden al año decenas de familiares atropellados en las calles de Madrid.
Sus políticas de los últimos años favorecen en mucho al tráfico rodado privado, y en nada o casi nada al transporte público y al peatón. Mientras que muchas ciudades modernas evolucionan y realizan una transición hacia la bicicleta, hacia las calles peatonales, hacia un núcleo urbano para vivir y no para conducir, en Madrid parece que vamos al contrario: todo favorece al vehículo, que se lleva las inversiones y todo tipo de facilidades, y muy pocos castigos por sus infracciones.
Tanta ventaja y preeminencia se ha dado a los vehículos, que los conductores han perdido la visión de lo que tienen entre manos, de que pueden quitar la vida a peatones por un simple despiste o una mínima distracción. Y desde el Ayuntamiento de Madrid no se hace absolutamente nada para corregir este hecho: ni campañas, ni sanciones ejemplares, ni más vigilancia, ni restricciones al tráfico de ningún tipo.
Sirva esta carta pública como epitafio, pues aunque no es seguro que muera en uno de estos días (utilizaré toda la prudencia y habilidad necesarias), si así sucediese deseo que mi familia la use contra usted y contra su gobierno, que deberán asumir las costas y consecuencias de no haber hecho caso a una denuncia de muerte anunciada.
Saludos.
1 comentarios
darzee dice:
9 Nov 2010
La humanidad que pierden unos en las guerras en los confines del mundo la pierden muchos cuando se ponen al volante.
Por aquí pasa lo mismo y en carretera puff! El domingo regresando de viaje por la carretera de la Sierra de Segura tuvimos toda clase de experiencia. La más fuerte fue un padre de familia, igual que yo, al volante de su monovolumen cargado de chiquillos, igual que yo, procediendo a adelantarme en una línea continua cuando venía un coche de frente!!!
El vehículo contrario y yo tuvimos que salirnos al arcen porque a 100 kms/h no hay muchas más opciones si quieres salvar la vida….
Los comentarios están cerrados.