Siempre que viajo a alguna ciudad lejana, de una cultura distinta, lo suficientemente distinta como para que me pueda sentir incómodo o fuera de sitio, siempre me hago la misma pregunta: ¿podría yo vivir aquí? En el caso de Estambul, al segundo día ya lo tenía muy claro: SÍ, sin problema.
Estambul es casi como cualquier otra ciudad europea: una ciudad moderna, segura y limpia. Evidentemente también tiene sus zonas deterioradas, más sucias o peligrosas, pero son perfectamente evitables.
Estambul es una ciudad con mucha historia. Un crisol de culturas. Una mezcolanza de tradiciones, religiones y formas de ver la vida.
Ni que decir tiene que la visita nos ha gustado mucho. También la comida y en general el ambiente y el bullicio que hay a casi todas las horas del día.
Nos hemos alojado en un pequeño hotel que ha resultado ser estupendo tanto por su ubicación como por el tamaño, diseño y limpieza de la habitación. El único inconveniente, el precio, algo caro, pero merece la pena el gasto. Su nombre: Celine Hotel.
Una visita fuera del itinerario turístico habitual que nos ha gustado mucho: Eyüp. Se trata de un enclave situado en el nacimiento del «Cuerno de Oro». Reúne un lugar santo para los turcos (Mezquita de Eyüp Sultan) y unas vistas estupendas de Estambul (Café Pierre Loti), todo ello a media hora en barco o autobús desde Eminönü. Más detalles de cómo llegar en este artículo o en este otro.
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